Hidratacion y ejercicio físico 

24.04.2022


El agua participa en las reacciones celulares, como medio de reacción, reactivo o producto. Además, participa en el transporte de nutrientes, gases y productos de desecho metabólico. El agua posee propiedades térmicas: durante el ejercicio, a pesar de que la contracción muscular genera mucho calor, la temperatura corporal aumenta poco. La alta conductividad térmica del agua facilita un rápido transporte de calor hacia la piel logrando enfriar rápidamente el cuerpo, evaporando el sudor, eliminando vapor con el aire espirado o directamente por la piel a través de la perspiración insensible1,2.

El calor metabólico generado por el ejercicio puede ser disipado para mantener la temperatura corporal dentro de los estrechos límites fisiológicos. Cuando la temperatura ambiental excede de la temperatura de la piel, la pérdida de calor sólo puede ocurrir por la evaporación del sudor en la superficie de la piel. La producción significativa de sudor también ocurrirá en ambiente frío si la cuantía del trabajo es alta. La tasa de sudor que excede de los 2 l x h-1 puede mantenerse durante varias horas en personas entrenadas y aclimatadas para realizar ejercicios en ambiente caluroso y húmedo

El ejercicio prolongado en un ambiente caluroso/húmedo disminuye la capacidad de perder calor por radiación/convección y evaporación, respectivamente, ocasionando un aumento de la temperatura corporal y una mayor sudoración, produciéndose los siguientes fenómenos: a) disminución de la ejecución (rendimiento) del ejercicio; b) aumento de la temperatura corporal (hipertermia), que produce una alteración del sistema nervioso central (SNC) con la consiguiente disminución de la capacidad de ejecución motora del ejercicio; c) disminución del flujo sanguíneo muscular y un aumento del flujo sanguíneo cutáneo; d) aumento del consumo de glucógeno muscular; e) aumento de la producción de ácido láctico (acidosis) y f) fatiga muscular2,4.

La aclimatación al calor (ejercicio regular en un medio caluroso) produce una serie de cambios encaminados a minimizar las alteraciones en la homeostasis debido al estrés por el calor. La aclimatación al calor trae como consecuencia las siguientes adaptaciones: un aumento del volumen plasmático (10-12%); un inicio más rápido de la sudoración, así como un aumento de la capacidad de sudoración; una disminución de la pérdida de sal (cloruro sódico) por el sudor; un aumento del flujo sanguíneo muscular junto con una disminución del flujo sanguíneo cutáneo, y, por último, un aumento de la producción de las "proteínas de estrés" que son sintetizadas en respuesta al estrés celular (calor, acidosis, etc.). Estas proteínas protegen a la célula de la agresión térmica, intervienen en el desarrollo de la termotolerancia y en la protección celular frente a las cargas de calor debido al ejercicio prolongado5. La completa aclimatación al calor se logra en una o dos semanas, mientras que la pérdida de la aclimatación es rápida después de unos pocos días de inactividad (falta de exposición al calor): comienza a declinar al cabo de una semana y es completa a las 4 semanas.

Causas y consecuencias de la pérdida de líquido debida al ejercicio

En la pérdida de líquido debida al ejercicio pueden darse 3 situaciones posibles.

En primer lugar, la deshidratación aparece cuando la pérdida de líquido a consecuencia del ejercicio excede la ingesta de líquido. En segundo lugar, la hipohidratación ocurre cuando se deshidratan antes del inicio de una competición debido a una restricción de la ingesta de líquido, práctica de un ejercicio de precalentamiento, uso de diuréticos o exposición a sauna. Por último, la hiponatremia aparece como resultado de la práctica de un ejercicio prolongado con abundante sudoración y una ingesta excesiva de líquido, superior a la pérdida por el sudor y la orina, o por la ingesta de líquidos con bajo contenido en sodio.

Las consecuencias de la pérdida de líquido son básicamente dos. Por una parte hay una disminución del rendimiento deportivo. En primer lugar, está condicionado por la afectación cardiovascular, debido al aumento del trabajo cardíaco. En segundo lugar, por el deterioro funcional de músculos y tendones, debido a que el aumento de la temperatura muscular altera la estructura normal de las proteínas contráctiles y de la colágena, con riesgo de lesiones musculotendinosas. Por otra, tenemos los riesgos de la deshidratación. Así, la pérdida del 3% del peso corporal causa contracturas y calambres musculares y aumento del riesgo de lipotimia (temperatura corporal, 38 °C); la pérdida del 5% del peso corporal ocasiona un mayor riesgo de lesiones musculotendinosas (temperatura corporal, 39 °C); la pérdida del 8% del peso corporal provoca la contracción sostenida del músculo sin posibilidad de relajación (temperatura corporal > 39,5 °C); por último, la pérdida del 10% del peso corporal comporta un riesgo vital2,9,10.

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